El papel del nutricionista en los TCA: charla divulgativa en CPA Salduie
Encantados de volver a las aulas de CPA Salduie para hablar a los alumnos del Grado Superior en Dietética y Nutrición sobre los trastornos alimentarios y el papel tan importante del nutricionista en el proceso de recuperación.
Mil gracias a todos los alumnos por vuestro interés y preguntas y, por supuesto, a Ángel y al Grupo San Valero por la iniciativa y por contar con TCA Aragón.
La información y la formación son clave para conocer la enfermedad, prevenir, detectar y poder ayudar.
Os dejamos el testimonio de una paciente que explica a la perfección el rol del nutricionista en el tratamiento de un TCA:
«El TCA es una enfermedad que gira entorno a la comida, pese a que esta solo es el síntoma, la punta del iceberg y debajo está lo realmente importante. Desenfocamos nuestra atención de lo que sentimos y vivimos, y lo enfocamos en la comida, para así sentir que tenemos control sobre algo. Precisamente por esto, el primer paso del tratamiento es desligarnos de la alimentación. Que la comida pase a un segundo plano, para poder centrarnos en lo que realmente nos está pasando.
Es fundamental la estabilidad con la comida, ordenar las ingestas. La mayoría de pacientes llevan tiempo con un desorden alimenticio muy grave, con periodos de restricción, de sobreingestas, de saltarse comidas, lo que se traduce en muchos casos en problemas orgánicos. Está claro que sin una buena y variada alimentación, no hay salud física. Pero además, en este caso, tampoco hay salud mental. Por lo tanto, el ordenar las ingestas ya no se trata tan solo de algo físico (estabilizar el peso, que vuelva la regla, etc) sino que también es algo mental. Nos tenemos que ordenar para poder trabajar lo que nos ha llevado a ese desorden. De esta forma, nos imponen un número de ingestas al día sin posibilidad de cambio, para no poder pensar en si queremos o no comer hoy, o lo que queremos comer. Es una “desconexión” con la comida necesaria, para luego poder reeducar alimentariamente.
Pero no se trata solo de desconectar, sino que también de derruir la construcción y clasificación que has hecho de todos los alimentos. Con esta enfermedad acabas etiquetando cada alimento del mercado; este engorda, este dicen que adelgaza, este solo lo puedo comer por las mañanas. Y todo en función del mismo parámetro: si engorda o si no engorda. Además que siempre es respecto a lo que hemos leído en internet o lo que nos han contado. No tiene por qué ser real.
La terapia al principio se enfoca en eso, en deconstruir las etiquetas que, durante años, has ido generando. Aprender que comerse un plato de macarrones por la noche no es sinónimo de engordar, ni comerse una manzana a media mañana está mejor o peor que un bocadillo. La cuestión es llevar una alimentación equilibrada . Y ahí es cuando entra el papel de la nutricionista.
A la par que estás derruyendo esos pensamientos destructivos hacia la comida, tienes que aprender a generar un nuevo criterio, esta vez sano. Los nutricionistas, que lleva tu registro de comidas, son los que te guía en la labor de mantener un equilibrio en la alimentación. Sin entrar en valores nutricionales, claro. Te ayudan a introducir fruta, verdura, carne, pescado, bollería, chocolate en una alimentación diaria, sin abusar de ningún alimento ni restringir otros. Al principio del tratamiento es un seguimiento muy intenso e incisivo, se cuestiona cada ingesta, pero poco a poco la paciente tiene más control y más criterio sobre estas. No obstante, es un seguimiento que se mantiene durante todo el tratamiento.
Es importante también desvincular la emoción de la comida. No variar nuestra alimentación dependiendo del estado emocional que nos encontremos. La angustia, la ansiedad, los problemas cotidianos, nuestra percepción de la realidad puede alterar la relación diaria con la comida, y es importante enseñar que no se puede variar la alimentación dejándose llevar por esa emoción momentánea, porque la comida nunca es el problema».