El IMC: Más allá del peso
El Índice de Masa Corporal (IMC) es una medida que diseño el matemático, astrónomo y estadístico belga Lambert Adolphe Quetelet en 1832 y que se utiliza comúnmente para evaluar la relación entre el peso y la altura de una persona. Se calcula dividiendo el peso (en kilogramos) por el cuadrado de la estatura (en metros) y el resultado nos categoriza en bajo peso, normal, sobrepeso u obesidad.
El IMC lleva utilizándose casi 200 años como un indicador general del estado de salud de una persona y también para evaluar tendencias de salud. Sin embargo, el IMC tiene limitaciones significativas. No tiene en cuenta la composición corporal, como la proporción de grasa y masa muscular, ni otros factores que influyen en la salud, como la distribución de la grasa en el cuerpo, la edad, el género y la etnia. Esto significa que una persona con un IMC «normal» podría tener una composición corporal poco saludable, mientras que otra con un IMC más alto podría estar en buena forma física.
A pesar de estas limitaciones, el IMC se sigue utilizado en muchos contextos debido a su simplicidad y disponibilidad. En algunos casos, el IMC puede ser útil para identificar tendencias de salud en poblaciones grandes. Sin embargo, su uso en el diagnóstico de trastornos alimentarios es controvertido.
En relación con los trastornos alimentarios, como la anorexia nerviosa y la bulimia, el IMC se ha utilizado históricamente como uno de los criterios para diagnosticar estos trastornos.
Un IMC extremadamente bajo puede ser un indicador de malnutrición y riesgo para la salud. Sin embargo, la exclusiva dependencia en el IMC para diagnosticar trastornos alimentarios es problemática, ya que puede pasar por alto casos en los que las personas tienen un IMC normal pero una sintomatología más severa o una conducta alimentaria más disfuncional.
El IMC categoriza el peso, no la salud. En la actualidad, los profesionales sanitarios son cada vez más conscientes de las limitaciones del IMC y tienden a adoptar enfoques más holísticos y específicos para evaluar la salud y el bienestar de una persona, especialmente en el contexto de los trastornos alimentarios. Esto puede incluir la evaluación de la relación con la comida, la imagen corporal, la salud mental y otros factores relevantes.
¿Por qué se sigue usando el IMC para diagnosticar trastornos alimenticios?
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